Entre las muchas virtudes que se han atribuido a los relojes a lo largo de la historia, nunca ha estado entre ellas la capacidad de curar. A la hora de proponer una relojería diferente, Alchemists irrumpe dentro del mercado con un producto basado en las cualidades saludables de los elementos naturales. Su presentación en sociedad hace dos años en Baselworld. En una habitación del hotel Les Trois Rois de la ciudad suiza tuvimos nuestro primer contacto con sus fundadores. Sus nombres, Denis Vipret, Fabrice Thüler y Hervé Schlüchter. Denis es una celebridad en Suiza y no precisamente por ser un eminente relojero. Él es sanador, aunque él prefiere denominarse magnetizador, y desde hace años es conocido por su capacidad para encontrar y curar las dolencias de las muchas personas que acuden a él. De carácter afable, entre sus riquezas está su círculo de amigos. Uno de ellos es Fabrice Thüler, industrial relojero con más de 20 años de experiencia en el sector. Hace cinco años Vipret lanzó a su amigo el reto de crear un reloj capaz de mejorar la salud de sus propietarios: solo tenía que aprovechar las saludables propiedades del cobre para conseguirlo. Una idea lo suficientemente loca para atrapar la atención de Thüler y proponerle crear su propia firma. Solo faltaría encontrar un experto relojero capaz de llevar el proyecto adelante. Y aquí fue donde entró en escena Hervé Schlüchter para hacer posible este fascinante proyecto. 

Alchemists
La escueta producción de piezas de la joven marca coincide con el deseo de sus creadores de no realizar ediciones limitadas. Que sea la propia capacidad de la casa la que imponga el número de piezas capaces de fabricar.

Un año más tarde volvemos a contactar con Alchemists. Nos atiende su consejero delegado William Groll, quien nos pide que todas las declaraciones que recojamos para el artículo aparezcan firmadas por los tres fundadores de la marca. Está claro que todo  en Alchemists es diferente a lo que hemos visto hasta ahora en la alta relojería. La firma tiene su sede en la Villa Jolimont, un bonito edificio de comienzos del siglo XX situado en Saignelégier. Aquí tiene sus instalaciones Swiss Finest, la empresa creada en 2001 por Fabrice Thüler y cuya infraestructura ha hecho posible la creación del Cuprum 479, una aleación única en el mundo y desarrollada según una receta secreta aportada por Denis Vipret. A diferencia del cobre tradicional, el Cuprum 479 es un material estable, resistente a la oxidación y sin necesidad de recibir un tratamiento de galvanizado para mejorar su aspecto final. Mezcla de cobre y oro, el Cuprum 479 aporta al reloj el aura curativa que con tanto empeño buscaba Vipret. “La idea detrás de Alchemists era crear y seguir una vía inexplorada hasta ahora dentro de la relojería”, nos comentan sus fundadores. “El proyecto existe para compartir este enfoque alternativo con el mundo, a través de la relojería como una forma de arte y, en última instancia, para tratar de tener un impacto positivo a través de nuestras creaciones. Lo que queremos es revelar lo mejor de las personas y compartir esta emoción desde una mentalidad positiva”. 

Alchemists
El Cuprum 479 es el  material con el que trabaja la firma principalmente. 

Un producto tan especial debía tener una presentación a la altura, algo que ha sido posible gracias a la participación del que para muchos es el mejor relojero vivo del planeta, Philippe Dufour. “Hervé Schlüchter siempre había soñado con trabajar con Dufour y cuando decidió convertirse en relojero independiente tuvo la ocasión de conseguirlo. Ambos comparten los mismos valores de trabajo, humildad y espíritu independiente”. 

Cuando los fundadores de Alchemists iniciaron el proyecto Trilogy fue Schlüchter quien acudió a Dufour para preguntarle si quería enseñarle los métodos tradicionales de acabados y decoración tanto a él como al joven equipo de relojeros que trabaja en la manufactura. El maestro relojero accedió y fue así como empezó a desarrollarse el proyecto. Para el ensamblaje de los movimientos, se sigue la tradición y es un único relojero el encargado de todo el proceso. Y no es una tarea precisamente sencilla: cada uno de ellos tiene que montar el mecanismo, comprobar que funciona correctamente para después volverlo a desmontar y pasar al proceso de decoración y pulido de cada uno de sus componentes. Una vez se completa esta tarea, el movimiento se ensambla de forma definitiva.

un equipo de relojeros que no supera la decena y con una edad media de 32 años

La originalidad de Alchemists tiene su lógico reflejo en sus creaciones. El movimiento del Cu29 tiene una disposición invertida que expone sus principales componentes en su frontal. La arquitectura de doble barrilete es un confeso homenaje a George Daniels, mientras en el lado izquierdo encontramos un órgano regulador con espiral cilíndrica (“uno de los pocos componentes que no fabricamos”) y a su derecha una esfera de piedra natural tallada a mano. Todo el conjunto está protegido por un cristal estilo de bóveda que recuerda a los empleados por firmas como Jacob & Co. y Bovet –no en vano, Hervé Schlüchter trabajó durante siete años para la firma de Pascal Raffy–. 

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Alchemists se ha convertido en un abanderado de la alta relojería más purista. Para empezar, el calibre del Cu29, la pieza inaugural de su catálogo, ha sido completamente desarrollado y producido en las instalaciones de la firma. 

“Sin duda, el diseño de la caja híbrida ha sido uno de los retos más complicados al que nos hemos enfrentado hasta ahora. Cuando presentamos el diseño nadie quería colaborar con nosotros porque pensaban que era imposible llevarlo a cabo. Coincidimos en que es el elemento más complicado (no mecánico), por su forma y por la diferencia de espesor entre el centro y los bordes del cristal, pero también por el hecho de que el cristal está perforado por la tija de la corona. A pesar de este último elemento, pudimos mantener una resistencia al agua de 30 metros”. 

El próximo año debería presentarse la segunda parte de la Trilogía. Mientras tanto, Alchemists prosigue con su incipiente andadura y un proyecto muy claro para los próximos años. “Nuestra ambición nunca ha sido crear cientos de relojes al año, porque los métodos en los que confiamos para crearlos no se adaptan a este volumen. Produciremos un reloj al mes y no excederemos las 20 creaciones al año para el futuro”. 

Curiosamente, el anuncio de tan escueta producción coincide con el deseo de sus creadores de no realizar ediciones limitadas. La filosofía catártica del tiempo de una joven firma que busca en la tradición el mejor futuro. 

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